Esta semana comenzó siendo como cualquier otra. Lunes acabé la explicación de la Unidad Didáctica 7, correspondiente al tema de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), de la asignatura de Historia del Mundo Contemporáneo. Los alumnos estaban muy nerviosos por realizar el examen que deberían realizar el martes 17 de este mismo mes, e intenté tranquilizarles diciéndoles que el mismo tipo de examen que realizaban con su profesor habitual (examen tipo PAU), sería el mismo que tendrían que realizar conmigo. Martes, su profesor Mateo, continuó con la explicación del tema que habían dejado a mitad, el de la Revolución rusa. También continué con la observación de las clases de Historia de España de 2º de Bachillerato, las clases de Cultura Clásica de 3º de ESO y gracias a la invitación por parte de la profesora Sonia Hernández, también de la clase de Ciencias Sociales de 1º de la ESO. La verdad, es que acostumbrada a tratar con los alumnos de Bachillerato, 1º de la ESO me hizo plantearme maneras diferentes de dar clase, de motivar e incentivar a los alumnos, así como las propias diferencias en cuanto a los alumnos, sobre todo en comportamiento y carácter, de un curso y de otro. ¡Toda una experiencia!
Jueves, los alumnos de 1º de Bachillerato me pidieron que en la clase del viernes les hiciera un pequeño resumen del temario que entraba para el examen del próximo martes. Están muy preocupados por hacer bien el próximo examen y no defraudarme. Son un grupo fantástico y yo no podría estar más orgullosa de su comportamiento en el aula, así como de su atención en clase. Ese mismo jueves por la noche, nos comunicaron por parte de la Universidad que debido al problema que estamos sufriendo con el coronavirus, el viernes 13 sería nuestro último día de prácticas en el centro, ya que además, el lunes 16 quedarían suspendidas las clases en todos los centros educativos. Esta noticia, me pilló bastante por sorpresa y pese a todo, el viernes fui al centro, para darles a los alumnos aquello que me habían pedido, el resumen para preparar el futuro examen, que ahora, también queda aplazado. Me he despedido de ellos, aunque les he prometido, que intentaré realizarles yo el examen que tanto hemos preparado, aunque ya no sea parte de mis prácticas. Los alumnos me han demostrado mucho cariño en clase y comprensión, y a mí me han motivado mucho, la convivencia con ellos en clase me ha alegrados los días, y sus preguntas me han hecho comprender que quizás, la Historia también podía serles interesante, emocionante, curiosa... Han sido un curso de lo más respetuoso, siempre con una sonrisa a la hora de ver mis caras (demasiado expresivas cuando algo me emociona) al explicarles, por ejemplo, la vida de los soldados en las trincheras durante la Primera Guerra Mundial. Sentía mucho miedo, no por darles clase, sino por no estar a la altura de sus expectativas, de no saber transmitirles todo aquello que quería que aprendiesen, de que les costase más trabajo aprender conmigo que con su profesor habitual. Creo que hemos aprendido todos de todos: yo de ellos y ellos de lo que yo intentaba enseñarles, y por eso simplemente, puedo estar agradecida.
¡Muchísimas gracias a todos!
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